12 de septiembre de 2011

EL LAZO CON EL NUDO PERFECTO: Camarón de la Isla.

No tenia pensado hablar de flamenco hoy, quería hablar de conquistas. Pero algo me pierde por los caminos de la música.

Llevo varias semanas escuchando a Lole y Manuel: la plazuela y el tardon, nuevo día, todo es de color, dime, cabalgando, un cuento para mi niño, tangos de la pimienta, tu mirá… y atiendo a la revolución que mas tarde llegó al flamenco, esos sonidos nuevos mezclados con el arte de Triana de Lole Montoya, una grande. Su obra es majestuosa.




También he ido alternando a Triana con Lebrija. Escuchando a Juan Peña “El Lebrijano”, comparto la misma sensación, sonidos árabes con “dame la libertad“, flamenco-andalusí, y su obra magistral e imprescindible en cualquier biblioteca “Persecución” su poderosa voz, con los textos de Félix Grande.




Y por último, me vengo a este milenio nuevo, con Niña Pastori, Ojos de Brujo, Delinquentes, El Puchero del Hortelano, El Barrio, Chambao o el Bicho.

Comparo ambas épocas. Sin duda la primera revolución con Lole a la cabeza y con El Lebrijano o Pansequito tiene mas sabor flamenco, mejor hecho. Los grupos nuevos mezclan nuevos sonidos y tan solo tienes unas pinceladas de algo flamenco aunque ni siquiera tienen pureza, pero te trae un aire nuevo y renovado. Aun así da gusto escucharlo todo, sabiendo elegir…

Después de todo este lío de sonidos, encuentro el nexo de unión entre ambos tiempos.

Camarón, la leyenda del tiempo.

Muchos opinan que él revolucionó todo el flamenco, lo puso patas arriba y causó sensación. Perdonen, antes que él ya hubo otros, y después también y mejores… nombremos a Jose Mercé o a Enrique Morente. Maestros, genios y revolucionarios.

Ya casi nadie recuerda a ese Camarón gitano-rubio que cantaba solea, siguiriya, porque no interesa, porque no vende. Venden la imagen con nuevos sonidos, con el renacer del flamenco y mas blasfemias. Falso.

No hay ni que decirlo, pero yo no soy “camaronera”, aunque si me gusta Camarón como cantaor, creo que hay que darle su sitio. El que a cada uno le pertenece. De Camarón no se puede aprender nada. Y no creo en su innovación. Eso si, une los nuevos sonidos de los años setenta con los del dos mil. Es un lazo con un nudo perfecto. Y se agradece.

Porque quien escucha a Niña Pastori, después escucha a Camarón, y después encuentra al Lebrijano, o a Morente, aunque no tengan nada que ver, es una cadena con eslabones que, cada uno por su lado, no encajan, pero forman un cordón con gran fortaleza y estupendos matices.

Para otras cosas no, pero por esto, tengo que decir: Gracias Camarón!


Saludos a todos, con palmitas y saltos.

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