11 de marzo de 2012

Perdiendo el tiempo.

No es abandono. Me gusta tanto la entrada de antes que me daba pena dejarla en un segundo plano. Hoy queria actualizar sobre flamenco, sobre romances, sobre conquistas y tantas cosas... pero la rueda de mi carro me lleva por otro camino. Os dejo un texto libre, que vuela sólo, espero que os guste. Nos vemos pronto, cuando esté flamenca, libre, oscura y lejos de todo.

Siempre estoy aquí, puede que parezca que espero, pero no lo hago, yo no soy de perder el tiempo. Caminaba despacio por las calles de casas bajas y colores claros, aquí la luz es distinta, te fulmina. Miraba árboles podados como si los hubieran dejado sin vida, los cerezos deben estar ya floreciendo, aquí solo hay troncos robustos y serios, que no hablan. Sentada, en la acera donde terminaba la calle sentía como la brisa se llevaba mis recuerdos a ninguna parte, y me vaciaba por dentro para llenarme de nuevo. Pensé en el café con hielo, en el cigarro de noche a la luz de las farolas que traspasan la ventana y recordé que yo también he visto a mañanas tristes tener tardes alegres, había que esperar, pero no soy de perder el tiempo. Nunca lo pierdo. Puede que en el paseo, el tiempo me dejó a mi perderme y no siguió mis pasos lentos, quería aprovechar demasiado la mañana, alargarla, pero llega la tarde alegre pisándome los talones, y sonrío. Ojala me vieras, sencilla y dulce, sonriendo como cuando como de tu mano y me da complejo de pájaro porque también quiero volar. Así estoy, descubriendo nuevos días, vacía por dentro y llena por fuera, dulzona y amarga como el chocolate negro. Como negros son tus abrazos y tus ojos cuando me miran, como negros son los días que me obligan a esperar… perdiendo el tiempo en contra de mi voluntad, de mis ganas, de mis fuerzas.