12 de diciembre de 2012

FLAMENCO & "SEXO EN NUEVA YORK".

Siempre he sido fan de la serie Sexo en Nueva York, de sus películas, de sus personajes, de su lujo, de sus historias. Me parecen inexplicables y soy consciente de que nada existe, pero me entretiene.
Como la mayoría que conoce algo de la serie, la protagonista Carrie Bradshaw es espectacularmente cursi y atractiva. Y a mí me chifla ese personaje sacado de la fantasía universal.

Escritora, con mal de amores, escribe una columna de sexo en un periódico y se codea con la alta sociedad neoyorkina subida en Manolos y bebiendo Cosmopolitans. Rodeada de tres amigas dispares, no se entiende cómo pueden cuidar una amistad de polos opuestos. Vive entre el amor y el odio del siempre presente Big, entre idas y venidas de otros hombres.

Yo he cambiado los artículos sobre hombres y sexo por notas de prensa de flamenco, es lo que realmente me reconforta y me hace sentir pasión. Leer y releer, verlo publicado y sentir una satisfacción interior. No uso tacones, ni Manolos, ni Pepes, ni Juanes, porque con mi más de metro setenta parecería un estandarte, y si pensamos que cambio los Cosmopolitans por rones con coca-cola... llegadas ciertas horas de la noche o del día parecería subida a unos tacones de 15 centímetros la mismísima Macarena por el puente de Triana. Así que tacones, como que no, no por favor.



Yo tengo algo más de tres buenas amigas, son distintas entre ellas... Miranda, Samantha y Charlot me parecen poco, creo que los guionistas de esta serie deberían de conocer a Ana, Cris y Eve. Eso se convertiría en una serie de acción y terror, verdadero terror. En la variedad está la amistad, creedme, ellas son demasiado peculiares y horriblemente terroríficas, sin duda, le darían un toque Almodóvar al film neoyorkino.

El “hijoputismo” de Big, hacedme caso, no es para tanto. Yo he conocido a hombres mucho peores, que enganchan más y desenganchan menos que este moreno de dos metros. Tíos que por mucho que los odies por lo que sea, siempre los amarás por mucho más, y ahí están... vivos y coleando, nunca mejor dicho. Personas que se mueven por apetencias, por ganas, por situaciones, por casualidades, por caprichos... y después de todo ello... puede, que con mucha suerte estés tú en su mente. Atención: ¡en su mente! Nada de corazones, ni almas, ni sentimientos profundos, ni pasiones que no existen y son sólo producto de nuestra imaginación femenina. Por favor, es que las chicas somos... Perdona, ¿Somos, qué? es la pregunta que siempre revuelve mi interior cuando entro en cólera. 


Pero yo me autocontrolo más de lo que la gente cree, que es lo que Carrie debería hacer. Esa guerra interior que existe siempre entre el control y dejarse llevar, entre frenar o acelerar...y si te estampas, algo o alguien te salvará, más bien algo. Al final acabas dejándote llevar y liándola, y todo el mundo se acuerda de ello; por eso siempre me decanto por el impulso, porque al menos se acordarán de ti.

Otra cosa de la serie a nombrar es la moda. Audi estrenó uno de sus modelos en la primera película de las cuatro neoyorkinas más famosas de la televisión. Audi... atención, ni Renault ni Peugeot... Samantha conducía en una escena un Q7 por primera vez en el mundo. Y luego está Prada, Channel, Dior, Valentino, Cavalli... y una larga lista de marcas y diseñadores de alta costura que fabricaron modelos exclusivos para las cuatro pardas de Nueva York.

Estas escenas son comparables a la mía este verano... 2 de Agosto, Cartagena, La Unión... Festival Internacional del Cante de las Minas... ahí que llegaba yo con mi Seat Ibiza de hace quince años, alias "Flecha roja" con una pegatina amarilla de alta tensión en el maletero y un Bart Simpson enseñando el culo en la bandeja. Más glamour era poco posible, por no decir el trapo de cinco euros que llevaba del mercadillo para pasar el menor calor posible en este infierno de verano que hemos sufrido. Ni Inditex. Ni Mango, ni Blanco, ni básico, ni fondo de armario. La gitana del “mercao” que más chilla es la que tiene las prendas más frescas, te lo digo yo. Y entonces, cuando te bajas del coche y esperas en la recepción que te preparen tu suite, llega un hombre entrado en carnes y en sudor y te dice que te alojas en el tercer piso, que no hay ascensor y por la cara que pone no te piensa ayudar. Vale, bien, no pasa nada, por el flamenco soy capaz de cualquier cosa, ya me subiré yo tres pisos con cuatro bultos como buenamente pueda. Cuatro bultos que casi no caben en la suite de seis metros cuadrados. Y no querría nombrar el armario, porque eso no era un armario, era un ataúd incrustado en la pared.

Carrie tiene un amigo gay, es lo que a mi me falta, el amigo con el que pueda hacerme la blanda, la débil y que baile a mi antojo, me toque las palmas y me diga que estoy guapa con una mierda en la cabeza. Por el momento ese papel lo suple mi padre. Y yo le daría un Óscar al pobre.


Quería decir con esta entrada, que aunque este blog se llame "Flamencólica", soy una chica normal, una persona que ríe con sus amigas, que llora por los hombres y que es feliz con lo que tiene. Porque con la clase se nace, no se hace viendo series. Y también sé escribir más cosas que no son flamencas, pero que me hacen la misma gracia, como esto. Y sé que habrá personas que entren y lo lean y no entiendan nada, y otras me adorarán y reirán a carcajadas... pensando cómo cojones se me ocurre escribir semejante absurdez divertida. Las cabezas, gente, mi cabeza...

La Carrie Bradshaw del flamenco podría ser yo, porque no tenemos nada en común, pero siempre nos sacrificamos por lo ajeno. Lo suyo es un papel de serie, de cine... Lo mío puede que también sea un papel... el que me ha tocado interpretar en esta vida. Una vida de cine pero sin pantallas gigantes.


Flamencos, bailemos, porque todos los días sale el sol, chipirón.
Esto no es Nueva York. Esto es arte. Y olé.

Va por ustedes:

Mis amigos, por aguantar. Mis niñas de bien, por fabricar sonrisas.
Mis hermanas, porque yo también crezco. Mis flamencos, por marcarme el compás.
Zicky por las sugerencias de corrección y el desenfado.
A los que pasaron por aquí y repitieron alguna vez. Gracias a todos, sonrían para la foto.