27 de noviembre de 2013

MIGUEL POVEDA: El Ejemplo

Es uno de los fenómenos flamencos en la actualidad. Esto muchos lo interpretarán como bueno y otros como malo. La visión de una flamencólica sobre Miguel Poveda es amplia y extensa, llevo 20 años escuchándolo cantar y con el paso del tiempo mi opinión se ha ido transformando, pasa cuando ves una evolución como la suya, pero esto más que una opinión personal son tintes orientativos. Aquel aficionado catalán que salió de su Badalona para probar suerte fuera de Catalunya, ahora es una verdadera fiera en el escenario y una máquina de fabricar dinero con su talento. Esto es innegable.

Miguel no quiere etiquetas, por eso se mueve como un pez en un océano musical tan amplio, y todo lo rentabiliza, esto se llama: visión empresarial. Inteligencia, vaya. Ha pasado de cantaor a cantante, de aficionado al flamenco a empresario con su propio sello discográfico, a trabajar con los jóvenes, a cantar con los mayores, de aprendiz a maestro. Ha dado más de una vuelta al mundo en todos estos años y ha sabido qué aprender de ello.


Sin embargo la afición flamenca está bastante dividida con este artista, muchos han pasado de verle como a un diamante en bruto a un imitador. Su capacidad y su curiosidad lo llevan a hacerle guiños a los grandes cantaores de este arte y no solo grandes, sino a los que en realidad aportaron pellizco y personalidad. Antes gustaba, pero ahora dicen que imita. No entiendo. Prepara una antología más extensa de lo que podemos pensar y más útil de lo que imaginamos, pero que sigue cociendo a fuego lento; y es que el riesgo que asume cuando se publique es solo para auténticos valientes. ¿Necesitan los flamencos refrescar con una antología?

Yo no sé qué pensará él sobre el cante flamenco, si está todo hecho como dijo D. Antonio Mairena y corrobora Marina Heredia (por ejemplo) o piensa que aún se pueden exprimir algunos palos con nuevos estilos y sellos personales. Una parte de la afición lo ve capaz de hacerlo: creación. Hermosa y dura palabra. Por supuesto, otra parte lo considera una aberración, que yo le llamo miedo. Miedo de que un cantaor catalán cree un estilo y se acuñe fuera de la geografía flamenca. ¿Puede ser?

Muy de Poveda es su extensión mediática. Sin medida. Y no solo eso. Ha enseñado a sus compañeros de profesión a serlo: Argentina, María Toledo, Arcángel... se mueven por las redes sociales con sus promociones de discos, conciertos, noticias, tienen seguidores, clubs de fans y todo un baluarte montado que nunca antes se había visto en el flamenco. Marketing jondo. Siguen siendo cercanos pero a la afición esto no gusta. Es un doble filo. El aroma se pierde con tanto camino.

La parte humana de Miguel Poveda: el compromiso. Organiza festivales benéficos para ayudar a los que lo necesitan y sus amigos de la música colaboran. Todos recordarán la que lió por Lorca en La Unión, qué voy a decir yo, agradecida eternamente. La calidad humana en el flamenco nunca sobra y ahí habita una parte de la grandeza de este profesional.

Más Poveda: los estilos musicales. Del flamenco puro de sus recitales, de los palos peleones, del sabor de lo tradicional apenas queda algo. Ha llovido desde "Tierra de Calma", para mi su mejor trabajo, lanzó "Coplas del querer" y ya nada volvió a ser igual. "ArteSano" es otra historia enfocada a algo más que un simple disco. Va viciando la voz, la coloca de forma diferente, recurre a los falsetes y despliega recursos que quedan bien pero no son tan admirables; desvirtúa las formas flamencas. Igual te canta por soleá, que un fado, que copla, que canción catalana, que boleros... ¿En qué quedamos? Si quisiera ganarse el respeto de los más exigentes cantaría flamenco con más conciencia, pero no es uno de sus objetivos, lo mueve la pasión y se le aplaude.



Por eso decía al principio que huye de las etiquetas, no quiere encasillarse y aprovecha para ampliar el número de seguidores porque intenta llegar a personas con diferentes perfiles y gustos musicales. Esto se llama: ampliación del mercado y rentabilidad económica. Es filón y negocio de solo unos pocos que como él pueden permitirse, se auto-exprime. Es cantante, o al menos yo lo considero así, pero con una afición flamenca detrás de las más grandes del país. No me gusta que descuide la ejecución de los cantes flamencos, que es lo mío y el suyo no me duele, ojalá regrese a lo que cuesta verdadero trabajo sacar de las entrañas. ¿Es mucho pedir?

En cualquier caso, sea como sea Miguel Poveda, lo que viene demostrando conforme pasa el tiempo es su profesionalidad. Admirable por donde se mire, su trayectoria y su evolución nos ha dado a los flamencos grandes momentos inolvidables. Mi respeto y cariño lo tiene. La esencia de esta figura del flamenco sobrepasa los límites de lo estrictamente establecido por dicho arte y se está viendo capaz de cambiar todo un mundo que aunque se lo impidan, si hace las cosas con tesón, honestidad y sencillez; lo conseguirá. Más flamenco o menos, su vida es música; y su éxito, innato. Hoy no hablamos de arte, hablamos de realidad y el ejemplo perfecto se llama Miguel Poveda.

Nos vemos, si puede ser, de trasnoche.

6 de noviembre de 2013

Encuentro ATEMPORAL

Hace unos meses contaba cómo mi ser tuvo una herida que ha cicatrizado pero su marca es imborrable, una relación ATEMPORAL. Hablaba de un futuro encuentro, ahora es un encuentro pasado, casi está asimilado. No fue como imaginaba... fuimos más cínicos de lo que acostumbramos, que ya es. Princesa Ana siempre intenta calmarme hablándome despacio sobre los fantasmas del pasado, mirándome fijamente y convenciéndome de que hay que saber llevarlo e intentar que no pese; siempre llegamos a la misma conclusión: "yo me resigno, pero no me acostumbro". Ni los gin tonics me harán cambiar esta opinión.

No lo esperé en una esquina, me esperó él a mí, y el contador se puso a cero. Volví a sentir que él era mío. Así de simple. Estaba oscuro, como a mí me gusta, como él sabe que me gusta. Le costó mirarme, y a mi también. Él no me mira, me atraviesa, me deja clavada, saltó solo una chispa y prendieron tantos fuegos... Sin embargo yo no tiemblo de miedo por ello. Tuve la sensación de que no me había marchado, caminábamos con el mismo compás; tantos años separados para volver y que nada haya cambiado, la atemporalidad me estaba dando la razón y el latido de mi corazón había vuelto a cambiar. Lo hace sin querer. Porque aquí hay una parte en la que todo ocurre sin querer.

Las horas que pasaban servían para reafirmarnos una y otra vez en nuestra silenciosa creencia, que está mas allá de la complejidad del amor, de la belleza de lo perfecto, de la química, de la física, de la pomposidad de las letras y la exactitud de los números. Nuestra creencia habita en otra galaxia donde ejerce una ley innata más que la ley de la gravedad.

Daba vueltas por la habitación, inquieto miraba a la pared, yo sabía que buscaba el momento de la despedida pero no encontraba un motivo para ello. Ni yo. Ahora, que estaba más viva que nunca, que todo tenía un sentido, que no había herida, ni sentía rencor, que un segundo te dice lo que los años se callan, ahora no. Pero me aguanté y no provoqué la catástrofe emocional de nuestras vidas, no iba a ser yo. De cínicos a cobardes y de impulsivos a prudentes.

Stand by
Se marchó, contra todo pronóstico, en contra de su voluntad, de la mía y nuestra galaxia volvía a quedarse a millones de años luz. La ley de la gravedad hacía presencia dejando caer las cosas por su propio peso. Imaginé que corría por esas miles de formas de querernos, de reír, de estar bien, de mirarnos tranquilos y respirar juntos. Miles de motivos son. Al cerrar la puerta me volví a dar cuenta. No había un beso ni un abrazo sincero porque temía decirme la verdad y me protegió del daño de una forma cruel. Pensé decirle que la vida era su boca, y no. Me asomé al balcón contenida empecé a verlo borroso, vaya, una lágrima, y dos; y así la media noche que quedaba entera. Mi corazón vuelve a su latir y mis ojos lloran cuando lo ven partir, eso sí que es lo de siempre.

No sé lo que echo de menos, pero algo me falta. November rain me recuerda a mí misma. Vuelvo a estar ardiendo por dentro y me mantengo fría por fuera; la rabia de saber que queremos escucharnos latir y volvemos a negarnos me hace retorcerme, pero sé que no es eterno, regresar es su destino aunque sea para romperme; por la inmensa sonrisa de tus cansados ojos, por volver donde alguien te quiere sin que vuelvas, porque lo verdadero, lo cierto y lo real habita en mí, soy su verdad, eso es lo que su mirada me decía. No le va a gustar leerlo, pero me sentía libre para escribirlo; y él ha perdido la pista del eje del salón y está continuamente torcido. Lo suele decir así.

Aunque hay muchas cosas buenas que sacar de esto, todavía no soy capaz de verlas. Tengo mucho tiempo por delante, aquí no se paga un precio ni nada tiene caducidad. Sueño que empieza otra canción, vivo con el eco de su voz, entretenida, sigo la estela de su olor que me susurra "vámonos, vente conmigo..."

Robaremos cerezas... Hasta pronto.