6 de noviembre de 2013

Encuentro ATEMPORAL

Hace unos meses contaba cómo mi ser tuvo una herida que ha cicatrizado pero su marca es imborrable, una relación ATEMPORAL. Hablaba de un futuro encuentro, ahora es un encuentro pasado, casi está asimilado. No fue como imaginaba... fuimos más cínicos de lo que acostumbramos, que ya es. Princesa Ana siempre intenta calmarme hablándome despacio sobre los fantasmas del pasado, mirándome fijamente y convenciéndome de que hay que saber llevarlo e intentar que no pese; siempre llegamos a la misma conclusión: "yo me resigno, pero no me acostumbro". Ni los gin tonics me harán cambiar esta opinión.

No lo esperé en una esquina, me esperó él a mí, y el contador se puso a cero. Volví a sentir que él era mío. Así de simple. Estaba oscuro, como a mí me gusta, como él sabe que me gusta. Le costó mirarme, y a mi también. Él no me mira, me atraviesa, me deja clavada, saltó solo una chispa y prendieron tantos fuegos... Sin embargo yo no tiemblo de miedo por ello. Tuve la sensación de que no me había marchado, caminábamos con el mismo compás; tantos años separados para volver y que nada haya cambiado, la atemporalidad me estaba dando la razón y el latido de mi corazón había vuelto a cambiar. Lo hace sin querer. Porque aquí hay una parte en la que todo ocurre sin querer.

Las horas que pasaban servían para reafirmarnos una y otra vez en nuestra silenciosa creencia, que está mas allá de la complejidad del amor, de la belleza de lo perfecto, de la química, de la física, de la pomposidad de las letras y la exactitud de los números. Nuestra creencia habita en otra galaxia donde ejerce una ley innata más que la ley de la gravedad.

Daba vueltas por la habitación, inquieto miraba a la pared, yo sabía que buscaba el momento de la despedida pero no encontraba un motivo para ello. Ni yo. Ahora, que estaba más viva que nunca, que todo tenía un sentido, que no había herida, ni sentía rencor, que un segundo te dice lo que los años se callan, ahora no. Pero me aguanté y no provoqué la catástrofe emocional de nuestras vidas, no iba a ser yo. De cínicos a cobardes y de impulsivos a prudentes.

Stand by
Se marchó, contra todo pronóstico, en contra de su voluntad, de la mía y nuestra galaxia volvía a quedarse a millones de años luz. La ley de la gravedad hacía presencia dejando caer las cosas por su propio peso. Imaginé que corría por esas miles de formas de querernos, de reír, de estar bien, de mirarnos tranquilos y respirar juntos. Miles de motivos son. Al cerrar la puerta me volví a dar cuenta. No había un beso ni un abrazo sincero porque temía decirme la verdad y me protegió del daño de una forma cruel. Pensé decirle que la vida era su boca, y no. Me asomé al balcón contenida empecé a verlo borroso, vaya, una lágrima, y dos; y así la media noche que quedaba entera. Mi corazón vuelve a su latir y mis ojos lloran cuando lo ven partir, eso sí que es lo de siempre.

No sé lo que echo de menos, pero algo me falta. November rain me recuerda a mí misma. Vuelvo a estar ardiendo por dentro y me mantengo fría por fuera; la rabia de saber que queremos escucharnos latir y volvemos a negarnos me hace retorcerme, pero sé que no es eterno, regresar es su destino aunque sea para romperme; por la inmensa sonrisa de tus cansados ojos, por volver donde alguien te quiere sin que vuelvas, porque lo verdadero, lo cierto y lo real habita en mí, soy su verdad, eso es lo que su mirada me decía. No le va a gustar leerlo, pero me sentía libre para escribirlo; y él ha perdido la pista del eje del salón y está continuamente torcido. Lo suele decir así.

Aunque hay muchas cosas buenas que sacar de esto, todavía no soy capaz de verlas. Tengo mucho tiempo por delante, aquí no se paga un precio ni nada tiene caducidad. Sueño que empieza otra canción, vivo con el eco de su voz, entretenida, sigo la estela de su olor que me susurra "vámonos, vente conmigo..."

Robaremos cerezas... Hasta pronto.

2 comentarios:

  1. Desde luego, prima, cuando miles de agujas te clavan en las habitaciones de tu alma, tu prosa se engrandece hasta la emoción, que luego transmites en cantidad y forma virulenta. Te has vaciado a base de bien. Seguro que al final sentiste una gran laxitud. ¿Sabes? Yo le pongo un final feliz, porque es lo que quiero para ti. Un beso

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    1. Muchas gracias flamenco, por tu comentario, por leerme, por emocionarte con esto. Sabía que vendrías, he cerrado un capítulo, pero el libro no está terminado, no sé que final tendrá probablemente será algo con lo que tendré que lidiar de por vida, o al menos, unos cuantos años más... No tengo miedo, ni prisa, es una marca en mi que ni duele ni hace daño. Me he vaciado, que falta tenía... un abrazo primo!

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