8 de noviembre de 2014

ANA: de princesa a Reina Madre

Después de sonarle el despertador más de una vez, se levantará. Cogerá el teléfono y se irá al baño, se lavará los dientes, se echará su crema de pepino mítica, y se sentará en la taza del váter. "Joder", piensa. Empieza a leer mensajes. "Mierda". Sí, ha llegado el día, se acordará de que tiene que visitar este blog y leerlo con los ojos fuera de las órbitas, como casi siempre los tiene. Hoy cumple treinta años, o "veintidiez" como diría el pardo de Joaquín Sabina al que ella adora.





Treinta. Tres decenas. Tercera división como el Caravaca. Tercera clase como Jack Dawson en el Titanic. Trío calavera. Tercera dimensión. Tercera guerra mundial que estamos esperando. Tercera parte de "Solo en Casa" que nos aburrimos de esperar. Piedra, papel o tijera. Atrevimiento, beso o verdad. Hielo, ginebra y tónica. Humo, tacón y charla. Viernes, alhambras y risas. Todo esto supone cumplir treinta años.Y mucho más. Pero hay terceras personas, terceras partes y tríos inconfesables.

A Princesa Ana se la conoce por aquí por sus miles de inspiraciones, ya la felicité una vez ¿Por qué repetir? Porque ya no es una princesa, no vale eso de "Buenos días Princesa" ni firmar como "La Niña de los Puertos", ya no es una niña. Ha mutado. Con treinta se convierte en Reina Madre y comienza su reinado sin corona ni pánfilos trapos rosas ridículos. Pero hoy es el día de su coronación, le pese a quién le pese. Guiño guiño.

Ana ha cambiado desde que os la presenté, aunque todo en su vida siempre es extremadamente extremo e intensamente intenso, ahora lo es más. No sé como lo hace, ni como le pasa, pero le pasa.

Ahora pierde el equilibrio con facilidad, yo creía que le ocurría al ver a los chicos de piel oscura que tanto le gustan, pero no, también le pasa en ausencia de éstos. Un gran misterio. Incluso sin llevar tacones ni estar etílica. De repente no la ves. Está en el suelo riéndose y asustando al personal como si fuese un bicho. Miras al suelo, la ves y te pasmas. Así.

Sus teorías las ha perfeccionado. Ana tiene teorías para cualquier cosa: la extraña teoría del aburrimiento, la teoría de los feos, la teoría de los guapos, la teoría de los empotradores, la teoría de las solteras, la teoría del postureo, la teoría del encarte, la teoría de las ideosas, la teoría de TODO. La Moderna de Pueblo a su lado es una simple aprendiz barriobajera.

Y dichos... bueno, tiene mil, el último que le escuché fue "cuanto menos bulto, más claridad". Más razón que un santo, poco fina, pero con mucha razón.

Estamos ya en la época del semifrío. Es mi época del año favorita para encontrarme con ella. Tiene miles y miles de medias, es clienta VIP de las tiendas de medias y leggins. Y también tiene miles y miles de complementos que siempre te dice:
"Pero si esto me lo compré hace dos años en la rebajas de nosequé"
Y tu piensas... 
"Eso no te lo has puesto en tu vida, bonita, lo habrás comprado hace siglos, pero no te lo has puesto".
Y pendientes de aro, y collares de plumas de gallina, y botas de cuña, y de tacón, y planas; cazadoras de cuero, vaqueras, de lana, de "escriba-aquí-lo-que-desee" pues de eso tiene. Y chalecos de pelo, de flecos, de todo junto. Ana style. Única. Es la chica Almodóvar que Pedro Almodóvar no conoce. Mala suerte Pedro.

Otra cosa que no entiendo es como siendo princesa (ya Reina Madre) sigue desenamorando al personal. Mi no entender. Los tíos flipan con ella, flipan. Que eso es normal, porque yo flipo. Y después corren. Un pasito pa lante y dos pa trás. Eso no lo dice ninguna canción. Ni de King Africa, ni de "Los del Río", ni de Ricky Martin, ni del Baute, ni de Melody... Ninguna. Y así está ella. Loca. No la bautizo como Juana "La Loca" porque no hay un Fernando "El Hermoso" a conjunto, además creo que "hermoso" es una palabra muy fea y Ana nunca la utiliza como algo positivo. Dejad de corred hijicos míos, que sudáis, y el sudor de salir corriendo no motiva.

No os imagináis en los tres años que han pasado desde su presentación aquí los momentazos que me ha podido regalar. Infinitos. Me regaña a veces, pero yo la entiendo. La hago rabiar con mis actos ilógicos y me echa broncas ilógicas. Un día, hace un año... le arranqué un pelo de la cabeza a traición, de los que pegan a la frente que son los que más duelen. No sé porque lo hice. Ella ahora se está riendo, pero ninguna de las dos nos reímos en ese momento. Si me reí fui yo, y fue una risa nerviosa... de "me va a dar... me va a dar".

También se han ido personas que ella quería y ya no están para verla como una Reina Madre, y a eso no se acostumbra. Pero bueno, nadie lo hace, y no podemos perdirle a Ana superpoderes tampoco. Eso sí, puede mirar al cielo siempre que quiera y nunca habrá una nube, sino unas cuantas estrellas. Beso beso.

Y así ha llegado a los veintidiez: creciendo, conservando lo que le aportaba algo bueno, o diferente, o nuevo... y llenando contenedores de basura. Ana no recicla. Aviso: te pudres.

Hoy es el día de su celebración. Unificará sus territorios en una fiesta, desde las tierras bañadas por el mar como Almería, pasando por Olula del Vicio, Nieva York y llegando a PL, lugar escogido para la ceremonia. El mundo no es tan grande como cuentan los libros. Yo no estaré, y ella se enfadará. Esto no es una adivinación, lleva amenazándome con el cabreo un mes. No lo puedo arreglar, pero nada me impide otro año más estar de alguna manera, abrazarla desde aquí, reírme y llorar a la vez, y gritarle como siempre, con sonrisa de sandía:

¡Feliz cumpleaños ANA! 

El universo es mas ancho que sus caderas... 


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